Como continuación a una entrada anterior de este blog: “Hagan juego. . . la injusta e irracional visión del sector del juego desde una perspectiva de Recursos Humanos (parte I)” donde reflexionaba sobre el por qué de que existan sectores o compañías donde “todos” queremos trabajar y sectores o compañías que, por el contrario, tienen que luchar contra prejuicios constantes para incorporar talento, habiéndome centrado en el sector del juego y abordado el primero de los motivos, el de “deseabilidad social”, en esta nueva entrada me atreveré (a riesgo de recibir críticas y ser tachada de demagoga) comentar el segundo: el de los que opinan de todo sin conocimiento alguno, porque yo lo valgo.
Y esta segunda razón, no es solo preocupante por dañar a determinados sectores con todo lo que conlleva (crecimiento del paro, menor generación de riqueza, menor recaudación de impuestos, menores opciones para la ciudadanía, menor poder de decisión de la población, coartar derechos, menor exposición de la marca y del país, generación de odio infundado, y un largo etcétera), esta segunda razón no solo daña al sector del juego sino a la sociedad en general. Corriente liderada por auténticos profesionales en revolver a las masas que se afanan por boicotear o hundir algo, por el mero hecho de encontrar apoyo (y votos), en determinados colectivos a los que se les traslada información, además de incierta, incompleta.
En este sentido, tenemos dos opciones:
Opción 1: si escucho decir constantemente que el juego es una lacra, veo movimientos de queja social, crecimiento de restricciones, políticos con discursos criminalizando al sector, generalizo los problemas que me cuentan o que veo que puede tener una persona, etcétera; en vez de investigar sobre el tema (que puede ser muy tedioso y cansado) me uno al movimiento (sin informarme objetivamente) y me pongo al frente de la crítica social que ahora está de moda.
Opción 2: me preocupo de formarme una opinión basada en datos objetivos al respecto.

Desarrollemos la opción 2:
Para que nos hagamos una idea, a nivel de impacto en la sociedad española: el juego genera el 0,9% del PIB nacional, más de 1.700 millones de euros en impuestos para las arcas públicas, 84.702 empleos directos y un monto de empleo indirecto catalogado en 167.400 empleos.
Curiosa e injusta es la mala imagen que se empeñan en trasladarnos ya que, según el Estudio sobre prevalencia, comportamiento y características de los usuarios de juegos de azar en España la prevalencia del juego problemático (no solo ludopatía que sería el caso más extremo y que debe ser diagnosticado por profesionales de la salud) en nuestro país oscila entre un 0,3% a un 0,9% (datos de la Dirección General de Ordenación del Juego).
Comparativamente, si observamos la prevalencia del trastorno de Compra Compulsiva (de cualquier producto o servicio) que se sitúa entre un 1% y un 11,3% en compras presenciales y en un 16% en compras on line (según investigación llevada a cabo por la Universidad de Barcelona y publicada en C. Med. Psicosom, Nº 117- 2016) ¿no se debería poner limitaciones al comercio en general? Creo que actualmente no tiene ninguna.
El juego, nos puede gustar más o menos, como el comprar o el estar enganchados diez horas al día a la tecnología, es igual que cualquier otro sector, no es ilegal, no engañamos a nadie ni mucho menos tratamos de que nadie tenga un problema, es más, tenemos políticas y acciones de responsabilidad y cuidado de nuestros clientes que ningún otro sector tiene (y que quizás, haciendo uso de estadísticas y de conductas problemáticas en humanos, deberían tener).
Nadie muere (literalmente) por jugar:
Aunque suene duro y sin querer sonar oportunista ni sensacionalista, porque veo necesario racionalizar y justificar nuestras opiniones y más si afectan a otros seres humanos, para mí la consecuencia más terrible y sin solución es sin duda la muerte. Y para esto, si hay datos de muchos otros sectores.
Siguiendo con números y estadísticas reales, ya que deberían preocuparnos todas por igual y no solo las del juego, en España según la AECC mueren al año más de 56.000 personas a causa del tabaco (sin nombrar lo que nos cuesta en sanidad pública), también 2016 arrojó datos dramáticos sobre el consumo de alcohol: más de 37.000 muertes al año (investigación publicada en “The Lancet”: Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016). ¿Cuándo ilegalizamos el tabaco y el alcohol?
Por no solo hablar de juego, tabaco y alcohol, según otra investigación de The Lancet may.2019: las dietas poco saludables ya son responsables de más fallecimientos a escala global que el tabaco o que cualquier otro factor de riesgo: 10,9 millones de personas mueren al año por este motivo. ¿Cuándo prohibimos la comida rápida, los fertilizantes dañinos, los conservantes, los colorantes, los transgénicos y cerramos las grandes cadenas de fast food y los restaurantes y comercios que no sean “bio”?
Por último, en nuestro país en el año 2019 se produjeron 1.007 accidentes de tráfico mortales, en los que fallecieron 1.098 personas y otras 4.395 requirieron ingreso hospitalario (informe DGT de 2 de enero de 2020). ¿Cuándo estableceremos políticas para conducir sólo cuando sea estrictamente urgente y necesario?
Discriminando dentro de la propia discriminación:
Lo del todo increíble, y dejando a un lado las cifras, invito también a reflexionar, aunque parezca un trabalenguas, sobre la discriminación que se hace dentro de la propia discriminación a la que se somete al juego, porque no es al sector del juego, sino al sector del juego privado, ¿qué diferencias existe, de cara al consumidor, entre una apuesta deportiva, una ruleta, una máquina recreativa, un Rasca (¡ojo! con versiones Monopoly y Candy Crash), un cupón de la ONCE con sus mil versiones, un Euro JackPot, una Bonoloto, una Primitiva, un Euromillón, una Quiniela, el Quinigol, el Lototurf, el Quíntuple Plus, la Lotería Nacional? Además de ser profesional de Recursos Humanos, soy psicóloga cognitiva conductual y, en cuanto a la experiencia que estos juegos generan en el usuario, creerme si os digo que no existe diferencia alguna (el objetivo de ambos reside en generar una experiencia de diversión).

Dicho lo anterior ¿qué hacemos? ¿cuándo restringimos cualquier tipo de compra a menores? ¿cuándo cerramos las puertas a las grandes factorías de videojuegos y apps? ¿cuándo ilegalizamos entonces el tabaco y el alcohol?¿cuándo cerramos todos los restaurantes de comida rápida? ¿cuándo cerramos las empresas y fábricas que producen alimentos o bebidas poco saludables? ¿cuándo comenzaremos a tratar igual a una persona con problemas de juego, que otra con problemas de compra compulsiva o uso excesivo de tecnología o a una persona con problemas de obesidad criminalizando también esos sectores? ¿no deberíamos pensar que el ser humanos es y/o debe ser responsable de sus actos en todas las esferas y no sólo en las que nos interesan en un momento dado?
Por último, animo a todas aquellas personas que se empeñan en negativizar o rechazar algunos sectores sin ni siquiera interesarse en conocerlos a que investiguen y se interesen, ya que, como ya dijo Sócrates hace muchos siglos: “sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia” y en este caso, esta ignorancia hace mucho mal a muchas empresas y muchos trabajadores profesionales y honrados que tienen que, como decía al comienzo, defenderse y luchar por el mero desconocimiento y de los prejuicios de los que atacan.
Me encantaría conocer tu opinión al respecto ¿piensas que las personas deberíamos informarnos antes de opinar? ¿no crees que en vez de considerar a la humanidad como falta de juicio y de criterio deberíamos basar nuestros esfuerzos en formarla para evitar que exista cualquier problema en cualquier ámbito de su vida?
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