Hoy, como tantos otros días, he estado leyendo citas célebres mientras me tomaba el primer café del día. Dependiendo del humor con el que me levante puedo buscar: citas sobre cambio, citas sobre evolución y mejora, sobre no rendirse, sobre superación, citas sobre pérdidas, sobre recuerdos o sobre el pasado, sobre educación, sobre política, y hoy. . ., he buscado una vez más: citas sobre éxito.
Veinticuatro horas pasarán hasta que la siguiente imagen:

desaparezca de mi estado de Whatsapp. . .
¡Qué de conocimiento en apenas 8 palabras! Y. . . ¡qué “artistas” los que saben juntarlas! Tras «bucear» en la red, en portales de citas, en páginas de psicología, de autoayuda, en imágenes de Google, en webs de empresas, de servicios profesionales, y a medida que iba leyendo:
- No tengas miedo de renunciar a lo bueno para ir a por lo grandioso (John D. Rockefeller)
- Tienes que aprender las reglas del juego y después jugar mejor que nadie (Albert Einstein)
- Sin continuo crecimiento y perseverancia, palabras como mejora, logro y éxito no tienen significado (Benjamin Franklin)
- Nuestra mayor gloria no está en fracasar nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio)
- El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse (Winston Churchill)
- Un hombre exitoso es el que es capaz de construir algo con los ladrillos que otros le han tirado (David Brinkley)
- Se alcanza el éxito convirtiendo cada paso en una meta y cada meta en un paso (C.C. Cortéz)
me iba agobiando más y más y más y más. . .
He revivido aquellas primeras semanas, meses, de confinamiento donde por toda la presión social, y mi naturaleza inquieta y proactiva, decidí: ser la profesora de mi hijo, hacer 1 hora de ejercicio todos los días, trabajar día y noche dando lo mejor de mí misma, ofrecerme voluntaria para desarrollar o contribuir en cualquier proyecto, animar y apoyar a mi equipo en la distancia, actualizarme en normativa laboral y en nuevas corrientes, metodologías y herramientas de Recursos Humanos, ser por fin bilingüe matriculándome en 2 cursos de inglés avanzado de la Universidad de Pensilvania, retomar el contacto con personas que apreciaba y hacía mucho que no hablaba, aprender a cocinar y cocinar de facto, seguir sin fumar (importante), lanzar un blog y ponerle cuerpo y alma, matricularme de dos cursos de SEO para sacar partido al blog, tener la casa limpia, ordenada, dedicarme a la decoración, planchar los “kilos” de ropa acumulados (alguna prenda del verano pasado), etcétera, lo típico, lo que se planteó la mayoría. . . ¿o no?
Recapitulando y pensando sobre lo anterior, verdaderamente me he asustado y sinceramente me he sentido un poco idiota (“idiota” en su segunda acepción según la Real Academia de la Lengua Española – RAE -: engreído sin fundamento para ello).
El resultado de todo aquello, aunque pienso que es lo de menos, globalmente lo puedo definir como frustrante. Ahora, uniendo todo, lo que considero importante leyendo todas estas citas sobre éxito es saber qué es realmente el éxito ¿era lo mismo para todos estos grandes pensadores? Claro que no, y además me he dado cuenta de que cada una de estas grandes frases queda siempre bajo la única interpretación de la persona que las lee (con independencia de quién lo haya dicho o escrito).
Pues bien, la definición de la palabra éxito, según la RAE, es la siguiente:
Del lat. exĭtus ‘salida’.
-
- m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
- m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
- m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.
Y es curiosa tanto su definición (donde no se habla del qué exactamente) como su etimología, que viene del latín: exitus que significa “salida”, “resultado”, derivado de exire “salir” y que nuestros amigos ingleses adoptaron como “Exit”, salida, que era lo que significaba originariamente. En castellano, lo adoptamos también como “salida” pero eso sí, añadiendo: “con buenos resultados”, vamos: con “final feliz”.

El problema no es cómo cada uno interprete el significado de “éxito” en una reflexión individual o un debate sin trascendencia sobre el término. La complicación viene cuando pretendes que el resto de la humanidad actúe de acuerdo a tu definición, más aún desde roles de gestión (ya sea de equipos en tu compañía o de tus hijos en tu casa) y más aún si cabe, las posibles consecuencias dañinas de utilizar tu definición, lo que para ti es el éxito, desde áreas de Recursos Humanos / Personas / Felicidad actuando además en consecuencia.
Profesionalmente, conozco personas de todo tipo, cuya definición de éxito consiste en: esforzarse lo mínimo consiguiendo lo justo, esforzarse lo mínimo consiguiendo lo máximo, esforzarse lo justo consiguiendo lo justo, esforzarse lo justo consiguiendo lo máximo, esforzarse lo máximo consiguiendo lo justo, esforzarse lo máximo consiguiendo lo máximo. La importancia aquí radica en conocer qué es el éxito para cada uno, sin ello, desde las áreas de Recursos Humanos podremos estar creando estrategias, herramientas, incluso evaluando la capacidad y talento de las personas con independencia de las mismas y de lo que quieren.
Hacer esto es peligroso, ya que podemos estar prescindiendo o relegando a un último plano a personas que hacen bien su trabajo y que no se identifican con esa definición de éxito subjetiva y “egocéntrica”, implantada corporativamente y que normalmente apunta a todo lo que tiene que ver con la promoción y el ascenso. Como consecuencia de lo anterior, algunas de las iniciativas con más trascendencia de Recursos Humanos: planes de carrera y desarrollo, el modelo de liderazgo, el mapa de talento y de sucesión, la evaluación de competencias o los programas de altos potenciales, y un largo etcétera se construirán y estarán enfocadas o definidas bajo una visión de éxito única y reduccionista.
Para mí, el éxito, concretamente el éxito profesional, ha sido hasta ahora (y no siendo hipócrita, lo seguirá siendo) esforzarme lo máximo para conseguir lo máximo. De aquí surge la siguiente gran pregunta: ¿y qué es eso que quiero conseguir? Yo personalmente, recompensas extrínsecas (de reconocimiento y físicas) e intrínsecas (sentir que me supero diariamente). Por esto, es por lo que al leer esas citas maravillosas, desde mi perspectiva de éxito, en vez de ayudarme, me generan ansiedad por querer hacerlo todo y frustración después, por no conseguir enfocarme en algunas ocasiones.

Tras esta reflexión, he venido pensando que tenemos que tomar consciencia plena de que nuestra manera de gestionar personas, políticas de Recursos Humanos / Personas / Felicidad, hasta a nuestros hij@s y amig@s, debe estar por encima de nuestras creencias más arraigadas y más aun sabiendo que son totalmente subjetivas (en muchos casos subjetivas pero aceptadas socialmente). Y aunque resulta una obviedad todo ello, que de nuestros pensamientos, creencias, experiencia, depende el cómo vemos y vivimos cualquier ámbito de la vida e interpretamos los acontecimientos que nos suceden, no sobra decir que no debemos caer en el error de pensar y actuar sobre otros convencidos de que nuestra visión es la única y correcta; menos aún, no creemos herramientas desde Recursos Humanos / Personas / Felicidad que en vez de desarrollar y ayudar a nuestros empleados, creen frustración en la gran mayoría.
No permitamos que gestionando a través de nuestro concepto individual de éxito convirtamos en frustraciones y fracasos lo que para otros es justamente la definición de su éxito.
Aunque mi definición personal de éxito no va a cambiar, y muchas veces ésta es la culpable de que no consiga mis metas (ver ejemplos del confinamiento), sí que he cambiado mi frase de estado de Whatsapp por una que para mí, en estos momentos, es mucho más acertada: El secreto de una vida exitosa es encontrar cuál es tu destino y entonces perseguirlo (Henry Ford)
Me encantaría conocer qué es para ti el éxito, ¿sientes que tu compañía tiene una definición de lo que es o debe ser el éxito? ¿Esta definición marca, en positivo o negativo, la forma en que se gestiona? ¿Piensas que influye en las políticas de Recursos Humanos / Personas / Felicidad?
Deja una respuesta